La programación es el arte de decirle a un ordenador lo que tiene que hacer. Consiste en, partiendo de la idea de qué tiene que hacer el programa, saber identificar las tareas y organizarlas de forma que el ordenador las entienda.
Los programas son una obra intelectual, como los libros o como los cuadros. Un programador no es aquél que conoce las nociones básicas de un lenguaje, de la misma manera que un pintor no es aquél que sabe coger un pincel y hacer cuatro garabatos.
Pese a lo que mucha gente piensa, la programación no sólo sirve para hacer programas por los que cobrar un dinero. Eso es sólo una parte, parecido a cuando un pintor dibuja retratos por encargo.
Para poder decir ``Yo soy programador’’, es necesario un trabajo de fondo, de aprendizaje constante y de espíritu de autosuperación. El programador conoce varias tecnologías, tiene proyectos personales y para él, el trabajo es sólo parte de su aprendizaje.
El programador de verdad es un artista.